Dead Man Walking
Jesús el nazareno, en su camino hacia el Gólgota, sabía que su condena a muerte era justa, que no lavaba el pecado original ni las manchas de la estirpe adánica; en realidad trataba de redimir el horror venidero,pues, aunque nunca hubiera matado a nadie en su vida, muchos morirían y muchos más matarían en su nombre, apóstatas, herejes, mártires, iluminados, inquisidores, santos, blasfemos, cruzados, profetas, putas y vírgenes, célibes y súcubos, fieles e infieles, republicanos y fascistas. Infinitamente más que su cruz, le pesaba su culpa.
O sea que le pesaba la cruz porque estaba hecha de madera de culpa. Esa debe ser la madera más pesada de todas.
[…] Via|viva […]
Todos los iluminados deberían servir de teas.
(Por cierto, Manolo, te ha copiado el texto el “Disier” en su blog, supongo que te ha pedido permiso, jeje)