Confesiones de un escritor sin éxito
Nulla dies sine linea
no dejaban de repetirme todos, en sospechoso acuerdo, Plinio el Viejo, mi editor, mi camello.
Nulla dies sine linea
no dejaban de repetirme todos, en sospechoso acuerdo, Plinio el Viejo, mi editor, mi camello.
Me dejas a cuadros… ¿qué pasó?
Nada, me bloqueaba un inveterado vértigo a todo lo blanco…
Eso le pasa incluso a Plinio el Viejo, pero no ha sido niño yuntero antes, lo cual es más grave.