Amante de alquiler
Aquel fatal diluvio, de cándidos desdenes,
en que dejabas mis lánguidas vidrieras
—lóbrego lago de lágrima empedrado—
oh reina violeta que ahuyenta la alegría
al pálido palacio del débil desconsuelo,
tranquilo solloza en el equívoco camino
de la horrible cizaña de mi almohada
y la virginal zarza de látex de tu sexo
—satén erótico y de musgo perfumado
sobre el seto oxidado del afanoso otoño—
al mudo cobijo de tus bosques axilares
—apetitos tallados en el tórrido caucho—
en el regazo pérfido del cuello.
Bueno, tras un pequeño forcejeo, consigo entrar para saludarte
este poema, más que entenderse se huele, demasiado plástico. jaja
Estupendo poema
me ha encantado, compañero de vidas paralelas.
Yo me quedo con la foto.
🙂