CARLOS GAYOL
Eran despreciables e inmundas sus manos al lavarse en las lenguas ávidas de aquellas beatas pero, sobre todo, era detestable y nauseabundo verle al salir de la iglesia con aquella roída y deslustrada chaquetilla de lana llena de gusanos sanguinolentos.
Por lo menos Poncio Pilatos se lavo las manos.
Te espero.
Pilatos era un señor